Un momento de locura, emoción y nervios se vivió tras finalizar el concierto de Luis Miguel en el Estadio Olímpico Félix Sánchez en Santo Domingo, República Dominicana, y es que más de 300 personas se trasladaron hacia el pequeño helipuerto que se encuentra a pocos kilómetros de la arena para despedir al artista mexicano.
El personal de seguridad y agentes de la Policía Nacional parecían no dar a basto, pero ‘Luismi’ lucía confiado de que sus fanáticos no le harían daño. El cantante de «La Incondicional» se mostró sonriente y le dio la mano a quienes alcanzaba, antes de abordar el helicóptero.
«Mi ídolo, qué emoción tocarle sus manos, feliz de verlo, agradecida de tu concierto. ¡Te amo, Luis Miguel!», dijo una admiradora de la estrella latina.
También se escucharon frases como: «Cuidémoslo que él es de nosotros», «Qué lindo», «Dios te bendiga» y «Te amo». Además de las lágrimas que algunos no pudieron evitar.
Aunque la situación aparentaba salirse de control, finalmente no hubo ninguna situación lamentable y Luis Miguel pudo irse tras haber complacido con su cercanía y afecto a todos los presentes.
«El Sol de México» ofreció un espectáculo este jueves en la capital dominicana, donde cantó unas 32 canciones seguidas, sin hablar a su entrada ni a su salida.
El concierto estaba programado para el miércoles, sin embargo, la producción decidió posponerlo para el día siguiente por supuestos “inconvenientes técnicos”.
Luis Miguel por fin dio inicio a su gira homónima del 2024 en el Estadio Olímpico Félix Sánchez, en la noche de este jueves. Cantó. Y voló.
La suspensión la noche anterior por problemas técnicos, le convirtieron en tendencia, aún por encima de Tekashi y su novia. Símbolos de la mediocridad en que estamos enredados los medios en una lucha fatal por el flujo de ‘lectores’. Pero sobre todo por encima de la Ley del DNI, esa mordaza anticonstitucional y dictatorial que nos quieren poner.
Luis Miguel demostró que sigue alumbrando. Que aquello de El Sol de México si bien va declinando, como el medio ambiente, aún da luz.
Sus condiciones vocales ya no son las mismas. Y allí donde antes iba una nota aguda ahora le ha bajado par de tonos. Eso sí, traje cerrado, sonrisa Colgate. Pero ni un «Cómo estás Santo Domingo», ciudad en la que por demás fue bautizado por Don Edmon Elías, ese Gran Duque del entretenimiento.
Las canciones fueron coreadas por el público que colmó el Olímpico (Foto servida)
No obstante el público pagó sus boletas, como si esto fuera Dubai. Que antes se hablaba del Nueva York chiquito. Pero ahora es como si viviéramos en el Dubai del Caribe: una caricatura de nuestras carencias y nuestras deudas.
El helicóptero se posó sobre el helipuerto improvisado en las cercanías del estadio pocos minutos después de las 7:00 de la noche.
Puntual el público regresó al Olímpico. ProConsumidor, convertido en un buscasonido dijo estar «vigilante» en las puertas: ¡cuánta eficiencia!
Y puntual, Luis Miguel correspondió con un espectáculo lleno de sobriedad. A decir verdad, mejor que el anterior.
Pero con las mismas fallas de origen. Aquella voz ya no es la misma.
Ni nuestros oídos. Crecimos escuchando aquel muchacho que ya es un señor de 53 años. Eso sí: la sonrisa intacta. Parte del espectáculo.
La puesta en escena
Las pantallas gigantes (incluida la central suplida por dominicanos), fueron protagónicas también.
Luces, sonido, todo listo.
La concreta comenzó faltando unos 10 o 15 minutos para las 9:00 pm. Será que no me amas, de su disco «20 años» (1990). Una canción que reverbera casi 35 años después.
La banda es excelente. Incluye en la guitarra a Ignacio Kiko Cibrián. Quien ha tocado desde con Frank Sinatra hasta con Luis Miguel, pasando por Cristian Castro, Rocío Durcal, Reik y otros.
Siguió con Suave, de su disco Aries (1993). De la misma época, algunos boleros de Romance (1991).
Por debajo de la mesa, No sé tú, Dormir contigo, Como yo te amé, No sé tú… todas de Armando Manzanero. Y Usted, de Gabriel Ruiz Galindo.
No pudo faltar el momento Juan Luis, esperada por el público dominicano: Hasta que me olvides y Te necesito. U otra también telenovela como Amor, amor, amor, de Gabriel Ruiz Galindo. Incluidas en el disco 33.
La incondicional y Culpable o no, ambas de Juan Carlos Calderón (del disco Busca una mujer, 1988) hicieron el papel del eternoretornógrafo. Gracias, Wichy Nogueras.
Un medley. No me platiques más, esa joya del inolvidable amigo Vicente Garrido, uno de los máximos exponentes del filing mexicano. Solamente una vez, del clásico Agustín Lara. Sol, arena y mar, propia de Luis Miguel. Dormir contigo, también de Manzanero.
La segunda parte del show, puso a prueba los motores de despedida. Mariachi. Momento para cambio de vestuario y refrescarse; y que esa agrupación se cantara Viva México.
Luis Miguel regresó cantando La bikini, escrita en 1964 por Rubén Fuentes. Y del clásico José Alfredo Jiménez La media vuelta, quien se fue con el sol «cuando muera la tarde». Incluida por Luis Miguel en el Segundo romance (1994).
El concierto fue de vuelta de media. Entiéndase, uno mete la mano para dar vuelta a las medias, los calcetines. Así Luis Miguel retrotrajo al público del bolero y el bolero ranchera (y algunas baladas), hacia el pop ochenteno.
Cuando calienta el sol, del nicaragüense Rafael Gastón Pérez (alias Oreja ‘e burro), que grabara el trio Hermanos Rigual en 1962 y que adaptara Luis Miguel.
Ahora te puedes marchar, es la versión en español de la canción I Only Want to Be with You. Escrita por Mike Hawker e Ivor Raymonde fue popularizada por la británica Duty Springfield. Pero Luis Miguel la ha hecho suya en la versión española que le hiciera Luis Gómez-Escolar.
No me puedes dejar así, también de Honorio Herrero Araujo y Luis Gómez Escolar Roldán.
Palabra de honor y La chica del bikini azul, de los mismos compositores.
Todas del disco Palabra de honor, producido por Juan Carlos Calderón en 1984. De ese disco fue aquel súper éxito (ya olvidado) con Sheena Easton Me gustas tal como eres. El tema le ganó a Luis Miguel el Grammy Award en 1985. Pero esa no está en repertorio hace tiempo.
El final de finales. La media ya devuelta, fue con otro clásico. Cucurrucucú paloma, de Tomás Méndez Sosa, escrita en 1954. Esa se la dedicó a sí misma Daysi De los Santos. Entre el coro y la ovación y el ruido de los fuegos artificiales.
Y Luis Miguel voló en su helicóptero hacia Casa de Campo, donde llevaba una semana escondido.