Nicaragua liberó por razones humanitarias a 135 presos políticos que fueron acogidos este jueves por Guatemala, gracias a una mediación de Estados Unidos que les permitirá viajar luego a ese u otros países.
En el aeropuerto de La Aurora de la Ciudad de Guatemala, los exdetenidos celebraron su libertad. «Gracias a Dios de estar libre, viva Nicaragua Libre», declaró a periodistas Francisco Arteaga con el puño en alto.
Arteaga fue detenido por publicar «en las redes sociales las acciones» del gobierno del mandatario Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, contra la iglesia católica, contó este hombre por la ventanilla de un autobús que lo trasladaba hacia un centro de acogida.
Según la presidencia guatemalteca, el grupo llegó este jueves «en un vuelo único que aterrizó a las 06H20 de la mañana» (12h20 GMT).
La Casa Blanca anunció poco antes que ha conseguido la liberación de estos presos, entre los que figuran 13 miembros de la organización evangélica radicada en Texas Mountain Gateway, laicos católicos, estudiantes y otras personas que Ortega y Murillo «consideran una amenaza para su régimen autoritario».
La liberación tuvo lugar «por motivos humanitarios», señaló en un comunicado el asesor Seguridad Nacional, Jake Sullivan, cuando faltan dos meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Washington «agradece el liderazgo y la generosidad del gobierno de Guatemala por aceptar amablemente a estos ciudadanos nicaragüenses», añadió.
Eric Jacobstein, un alto cargo del Departamento de Estado estadounidense involucrado en las negociaciones para la excarcelación de los 135, indicó que «el régimen nicaragüense no obtuvo nada» a cambio de su liberación.
«Fue una acción unilateral», dijo Jacobstein. Es el «resultado de meses de presión pública y privada por parte de Estados Unidos» sobre Ortega, añadió, al descartar un cambio de la política de Washington hacia el «régimen represivo» de Managua.
«Bienvenidos hermanos»
«¡Bienvenidos, hermanos nicaragüenses!», afirmó el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, en un mensaje en la red social X».
En Guatemala podrán «solicitar vías legales para rehacer sus vidas en Estados Unidos o en otros países a través de la iniciativa de la Oficina de Movilidad Segura», precisó la Casa Blanca.
Las Oficinas de Movilidad Segura, desplegadas en varios países latinoamericanos, son una de las «vías legales» para la migración implementadas por el presidente estadounidense Joe Biden y permiten tramitar las solicitudes de asilo.
Washington hizo un llamamiento al gobierno de Nicaragua para que «ponga fin de inmediato a las detenciones y encarcelamientos arbitrarios de sus ciudadanos por el mero hecho de ejercer sus libertades fundamentales».
En otro comunicado el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, afirmó que «el pueblo nicaragüense quiere y merece una democracia» en la que «todos puedan ejercer sus derechos humanos y libertades fundamentales, libres del temor a la persecución o las represalias».
Ortega, que gobernó en la década de 1980 tras el triunfo de la revolución sandinista, volvió al poder en 2007 y es acusado por opositores y críticos de instaurar un régimen autoritario.
Su gobierno reprimió duramente a las voces críticas tras las protestas prodemocracia de 2018, que en tres meses dejaron más de 300 muertos, según la ONU.
En 2023 excarceló, expulsó y despojó de nacionalidad y de sus bienes a 316 políticos, periodistas, intelectuales y activistas críticos, a quienes acusó de traición a la patria.
También arremetió contra la iglesia católica y cerró unas 5.500 oenegés, muchas de ellas religiosas.
Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) exiliado en Estados Unidos, celebró esta «liberación con sabor agridulce, liberación y destierro».
«Se liberan a unos, se encarcelan nuevamente, se liberan a otros, ya basta de prisión arbitraria (…) esto ya tiene que parar porque la dictadura ha hecho de Nicaragua una cárcel gigantesca», afirmó en la red social X.
La relación de Nicaragua con la comunidad internacional se ha tensado en los últimos meses, especialmente con Brasil, después de que Ortega ignorara sus intentos para mediar, a petición del papa Francisco, para la liberación de un obispo encarcelado.
La OEA también creó un «grupo voluntario» que sigue de cerca la situación en Nicaragua, país que dejó de ser miembro formalmente de esta organización el año pasado por decisión de Ortega.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha pedido en varias ocasiones al país centroamericano que cese «la represión generalizada y la persecución religiosa».