Por Rafael Méndez
Para elaborar este artículo, me he apoyado en varias consultas, entre ellas, el libro “Juego de Poder”, que tiene el subjetivo subtitulo “ganar o perder: cómo juegan la partida los grandes líderes políticos de la historia”, cuyo autor, Dick Morris, se le considera como “el ciudadano más influyente de los Estados Unidos, un genio”.
Pero también me he valido de la ingeniosa Inteligencia Artificial que lidera la revolución tecnológica, que como fantasma recorre el universo, de algunos textos escritos por estrategas de la mercadología, la comunicación y la información, junto a la experiencia particular que acumulamos en el activismo político, varias veces candidato y diputado, así como estudios académicos de mercadeo.
“Cuando un partido no puede parar de perder, hay realmente una sola manera de empezar a ganar, debe cambiar… “Matar a los dragones del propio partido puede resultar un espectáculo tan atractivo que los votantes independientes que observan el fratricidio con frecuencia terminan por unirse en tropel al reformador”, recomienda Dick Morris.
Sin importar las tendencias políticas e ideológicas, el experto examina las jugadas políticas de veinte figuras famosas de todo el mundo, y sus modos de perseguir el poder “para develar por qué mientras unos triunfaron otros fracasaron. En el primer grupo coloca al ex presidente norteamericano Ronald Reagan, a quien atribuye la siguiente frase…
“Un partido político no puede ser todas las cosas para todo el mundo. Debe representar ciertas creencias fundamentales que no deben comprometerse por la conveniencia política, o para incrementar de cualquier manera el número de sus partidarios. Si hay quienes no pueden suscribir esos principios, que siga su propio camino”.
Recuperar la marca política dañada
La recuperación de una marca política dañada es un proceso complejo que requiere un enfoque multifacético, por lo que debe abordar desaciertos pasados hasta implementar acciones tácticas y estratégicas para reconstruir la confianza pública, teniendo en cuenta que cada paso es crucial para restaurar la reputación y el apoyo político, “medida necesaria para desvincular la marca política de los desaciertos del pasado y abrir el camino para una renovación significativa”.
De ahí que la manera en que una marca política maneja las crisis puede tener un impacto duradero en su reputación, en tanto, las respuestas inadecuadas o tardías a situaciones de crisis pueden exacerbar el daño y erosionar la confianza pública, en tanto la falta de coherencia en los mensajes políticos puede confundir a los votantes y socavar la credibilidad de una marca política, mientras que las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace pueden ser especialmente perjudiciales.