Por: Ezequiel López
En el complejo panorama político de Santo Domingo Oeste, se hace evidente que el poder, independientemente de la afiliación partidaria, marca la pauta. Sin embargo, lo que verdaderamente subyace en esta realidad es un problema de índole social, más que una cuestión partidista.
Si bien la Junta Central Electoral destina recursos para la formación de los miembros de los partidos políticos, es imperativo reconocer que los ciudadanos también deben ser educados en temas políticos.
Los candidatos dedican sus esfuerzos durante la precampaña y campaña para seducir al electorado con propuestas y soluciones viables para las problemáticas locales, pero todo ello parece desvanecerse en la vorágine del día de las elecciones.
Nuestro sistema electoral, en cada proceso, exhibe avances en la preservación de la democracia. Sin embargo, el seguimiento efectivo de la legislación electoral a menudo se ve opacado por titulares sensacionalistas en los medios de comunicación. Cada candidato parece actuar según su propia voluntad, utilizando recursos sin declarar ante las autoridades, lo que socava la integridad del proceso democrático.
Es imperativo que como sociedad avancemos hacia un mayor desarrollo, y como padres ejemplares, nuestro sistema debe aplicar sanciones a quienes violen la ley. Solo así podremos progresar como país, dejando atrás las prácticas que socavan la confianza en nuestras instituciones democráticas.
El autor es abogado y político